top of page

Construcción de memoria

 

Un país que no ha conocido otra historia que aquella que ha estado salpicado con guerras, violencia y conflicto, no solo tiene episodios y acontecimientos que determinan y dan explicaciones a procesos culturales, sociales y políticos, sino que, determinan la acción de sus individuos.

 

La guerra en Colombia no solo apela al conflicto armado y su duración de más de medio siglo, sino a todos aquellos eventos que con el tiempo han entrado en discordia en la transformación política, social y económica por la que ha atravesado el país. De este modo, la memoria se produce en sujetos que comparten una cultura que intentan materializar los sentidos del pasado en diversos productos culturales y que a su vez se convierte en vehículos de la memoria. 

 

Según el texto  Memorias en  Tiempo de Guerra, elaborado por el Centro de Memoria Historia, en “la memoria de la violencia y el sufrimiento se movilizan sentidos, se ubican hitos espaciales y temporales y se le da un significado, un propósito y un futuro al acto y al trabajo de la memoria”. Son esfuerzos colectivos, que establecen relaciones entre el pasado, el presente, el futuro y, entre los dolores de las víctimas de los hechos y sus responsables.

 

Es así, como por medio de la memoria se concentran elementos que funcionan como puntos nodales, y por esto deben mencionarse, los lugares y espacios que están ligados por determinados acontecimientos. Como indica el libro, “las memorias son producto de la combinación de tiempos y espacios. Combinación en el sentido que de cara al pasado y sus determinados hechos de dolor y barbarie, que son un ejercicio de resistencia aquí y ahora que se proyecta al futuro, que tiene un destino”.

 

Las memorias son, pues, al mismo tiempo pasado, presente y futuro. Un sufrimiento que resiste y se transforma cargado de futuro. Es por eso que el texto afirma que las memorias  las podríamos pensar como “ruinas”, es decir, como lugar y tiempo de la devastación y catástrofe, pero también como un lugar y un tiempo de una comunidad o colectivo que resiste en medio de esta.

 

De manera que, la construcción de memoria que edifican las expresiones artísticas, cobra sentido y cumple un rol indispensable como actores de conciencia y conocimiento histórico. La memoria permita que no se empañe y se confunda la identidad colectiva y no se borren las acciones pertinentes y críticas sociales dentro de un marco a la creación de una sociedad en búsqueda del camino hacia la paz.

 

Es por esto, que los relatos que son contados por victimas desde sus experiencias cargadas de angustias, muertes, desplazamientos, mutilaciones y  quebrantamientos, representan su dolor a través de prácticas e iniciativas como la performatividad, la oralidad, los movimientos, la danza, el canto entre otras manifestaciones que reparan el tejido y la mente social, recuperan la autoestima, la confianza y los lazos sociales.

 

Así, la memoria es un vehículo de trasformación que cala en las afectaciones, en los sentidos y la sensibilidad del individuo. Tiene el poder de propiciar los espacios del debate público para denunciar, resistir y exponer las heridas, los sufrimientos y los dolores que han lacrado las acciones violentas del conflicto armado.

 

La memoria ayuda al trámite del dolor y permite crear escenarios de reflexión y de crítica sobre los asuntos que fueron pasado, de los que son presente y de los que se encaminan hacia el futuro. La labor de cada uno de las víctimas es un bien invaluable que en sociedad llevan a cabo. Ellos, Doña María, Blanca, Doris y Don Juan, al igual que los cientos que se han arriesgado a narrar, a plasmar y retratar sus historias de vida por los mecanismos del arte y sus poderosos mensajes, han ayudado a que la amnesia histórica, la indiferencia y el desconocimiento de los hechos de relevancia social que han marcado el destino y las vías por las que transitan Colombia, sean más consientes, más cercanas, más creíbles y por lo tanto, más impactantes.

 

La preservación de la memoria a través de las practicas e iniciativas artísticas, ha sido una tarea dolorosa y al mismo tiempo una forma de conjurar el pasado trágico y, redefinir los proyectos de vida. Las victimas llevan a cabo estas acciones con la  responsabilidad de cimentar un país que deje de derramar sangre y de mutilar los sueños de sus individuos y, con la esperanza intacta de que cuando sean vistos y escuchados colisionen de tal forman en la conciencia, la mente y la memoria de los ciudadanos, que no existía alguien más que tenga que contar una desgarradora historia y sea catalogada como víctima de la violencia. 

bottom of page