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De lo estético y lo testimonial

 

 

 

 

 

Bajo una mirada occidental que disecciona todo, que jerarquiza todo y que tiene las arte por allá en el segundo plano como una entretención de expertos,  manifiesta el Profesor de Artes Plásticas, Javier Gil, las artes se quedan muchas veces en los productos que resultan de él  y muchas veces la materialización de lo inmaterializable termina por darle significados errados al sentido mismo del sentir y del vivir.

 

El arte es una manera de relacionarse con la vida, de experimentar la vida, una manera incluso de conocer paralelamente y de la misma potencia que puede tener el conocimiento racional.

 

Así, cuaquier proceso cultural constitutivo y esencial de cierta comunidad, es una manifestación de arte y cultura a la que hay que tratar de  rescatar de las peligrosas imposiciones culturales de otras naturalezas. Por ejemplo, señala el profesor Javier,  "cuando les llevan otro tipo de prácticas expresivas, sonoras o musicales más bien lo que están causando, que aparentemente es benéfico, es violentar la manera de comportarse culturalmente". Es así como, "a veces, desde una mirada paternalista pareciera que a las comunidades se les dijeran, venga les llevamos arte para ver si… no es que ya las culturas se dan sentido desde lo artístico."

 

Por eso mismo, la última Cumbre de arte y cultura por la paz lo que quería lograr "era decir  no nos van a llamar para hacer el concierto de cierre o  firma de la paz, o sea, (...) el arte no es el moño que uno pone al final, o no es algo que uno diga, vamos a hablar sobre tal  tema, pero además traiga a alguien que cante, pero además mire a ver si alguien hace un performance, no, el arte tiene un rol primordial y sobretodo lo debe tener como legado testimonial como un eslabon más de la memoria del país." afirma el Luis Carlos Manjarres, coordinador del componente de Comunicación del Museo Nacional de la Memoria.

 

Frente a esto hay una grave problematica que inicia en que los proyectos artísticos y culturales que relatan las historias de las víctimas  se enmarcan en un museo elegantísimo por lo que no son valorados como legado testimonial de la víctima o del artista que trabajo con víctimas, sino que se valora por el sentido estético. 

 

Y culmina  en los preocupantes índices de consumo de cultura por parte de los colombianos, las cifras estiman que tan solo el 13,4 de personas a partir de los doce años , asisten a exposiciones, ferias, muestras de fotografía, pintura, grabado, dibujo, escultura, y artes gráficas (adelante más información).

 

Para Julio Hernán Correal, actor y miembro de la Asociación Colombiana de Actores, la responsabilidad de las figuras que son reconocidas en el medio por sus trabajos artísticos , es contribuir a partir de su posición y fácil acceso al público, de forma que su trabajo le sirva a quienes le observen no solo para informarse de lo trivial, lo fashion  y lo in, sino para ayudar por medio de las presentaciones artísticas aportar a la verdad sobre lo que ha sucedido en el conflicto armado, ingresar a la sensibilización y conciencia de su audiencia, así como elevar el discurso sobre los temas que involucran lo público y su diferentes asuntos; como lo hace  por ejemplo Fabio Rubiano, dramaturgo reconocido que lleva a cabo la obra Labio de Libre, donde a través de la ficción y el drama narra una historia de conflicto, victimas, victimarios y la dicotomía que surge en ellos. Una obra que aunque no es un reflejo de una situación real en particular, ilustra los significados y significantes que se desarrollan dentro de un contexto de conflicto armado y que deja en sus espectadores una mezcla de pensamientos y cuestiones sobre el tema tratado.

 

Así mismo, lo manifiesta Víctor Rodríguez, actor que entiende que la responsabilidad de los actores y de las figuras públicas es también ser intrumento que construya el tejido social en el sentido que logre visibilizar las acciones que deben reprsentar un cambio radical e influir en la creación de sujetos con decisiones más responsables y consecuentes con su entorno social.  

 

Es así como los escenarios artísticos sobre todos aquellos destinados a los trabajos con víctimas del conflicto con fines de construcción de memoria y divulgación de los efectos de la guerra, no deben ser considerados como un punto de entretenimiento para tanto las víctimas como sus espectadores.  No solo se trata de involucrar a las víctimas en eventos culturales y artísticos que le distancien de sus historias como método de escape y ocupe, sino que debe estar acompañados por procesos que ayuden a la superación del dolor y la creación de personas conscientes de que el trabajo que realizan son una valiosa herramienta para la materialización de un pasado, presente y futuro que debe ser formado desde ellos mismos como de quienes le escuchen y observen. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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